sábado, 14 de septiembre de 2013

Alerta máxima por la dependencia con Brasil

En diálogo con Hoy, el exviceministro de Defensa Angel Tello criticó la política exterior del gobierno. La relación con nuestro país vecino está cada vez más complicada por la competencia y las trabas comerciales. Una historia que marcó a la región 
Brasil le queremos ganar hasta cuando jugamos a la bolita. Es cierto, la competencia entre las dos grandes naciones sudamericanas trasciende al fútbol y abarca el plano cultural, político y económico; pero la relación ha sufrido grandes cambios tras el despegue de nuestro vecino como potencia internacional, al tiempo que la política exterior del kirchnerismo oscila entre la verborragia diplomática, la mera participación testimonial en instancias de negociación y la desmilitarización de nuestras fronteras. Así, uno proyecta poder y futuro, y otro indefensión y soberbia. Adivinen quien es quien en esta disputa regional. 

Para Angel Tello, exministro de defensa y especialista en relaciones internacionales, “la desinversión en el área de las Fuerzas Armadas argentinas afecta al país en términos de geopolítica”, pues cuando no se sostiene el discurso con una mínima demostración de fuerza, “la palabra pierde su valor” en el exterior. Por eso mismo, Brasil se ha dedicado a incrementar su poder de fuego
En el plano interno, ha acentuado su énfasis en la seguridad de cara a dos eventos trascendentales: el mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Puertas afuera, construye su propio submarino nuclear al tiempo que compra aviones a Francia y Rusia. “La militarización de la región es real, pero hay una diferencia entre los países. Brasil fabrica y compra en el exterior, y el resto (Venezuela y Colombia) sólo compra”, dijo Tello. El caso de Argentina es paradigmático: ni siquiera compra. 
“Por eso se rompió el equilibrio” histórico que caracterizó a los dos grandes del cono sur, insistió nuestro entrevistado, y agregó: “Nadie quiere un socio que no pone nada en la sociedad. Ese es el problema, yo con Brasil quiero ser socio, no empleado, pero si seguimos así vamos a terminar siendo empleados de Brasil”. 

 La cuestión económica 
Doscientos millones de brasileros por 40 millones de argentinos, ellos son la sexta economía del mundo y nosotros la vigésimo primera (según Paridad de Poder adquisitivo). Nada mal, a pesar de la línea ascendente y descendente que marca los rumbos desiguales de uno y otro. Nuestro territorio, relativamente despoblado, supo ser una fortaleza, pero hoy el gobierno no puede siquiera garantizar el trabajo digno y la comida para todos. Eso, habiendo sido el granero del mundo. 
En términos industriales, las automotrices nacionales –son ensambles de autopartes que, en su gran mayoría, se fabrican en otros países- dependen casi exclusivamente del proceso económico en el país vecino, pese a lo cual se han pretendido levantar barreras de este lado de la frontera. Las tensiones confluyeron en un tirón de orejas de Dilma Rousseff en su última visita a la Casa Rosada, aunque las diferencias aún continúan. La dependencia del factor brasilero es, así, otro punto débil del tan mentado “modelo”. 
Pero no todo es negro ni negativo. La protección de nuestros recursos naturales y el potencial humano, fundado en una amplia red educativa (hoy en crisis, pero cuya extensión marca diferencias con el resto de Latinoamérica), son los motores para volver a ser lo que fuimos. 
La pérdida de competitividad y el factor chino 
Por deficiencias de la gestión K, la sociedad entre Brasil y Argentina le rinde cada vez menos a nuestro país, haciendo de la “década ganada” una pérdida total. Partiendo de que en el año 2000 el 12,3% del total de las importaciones brasileñas eran de productos argentinos, se observa una tendencia marcadamente descendente hasta llegar el año pasado a una participación argentina de sólo el 7,4% (7,5 en el primer semestre de 2013). 
Además, hay un fuerte desplazamiento de nuestra nación como abastecedor de productos industriales, debido al ingreso de China en la región. Entre el año 1998 y el año 2011 la Argentina perdió un poco más de seis puntos porcentuales de su participación en el mercado de importación brasileño (de 13,9 a 7,5%), mientras que China incrementó su participación en un poco más de doce puntos porcentuales (de 1,9 a 14,5 por ciento). Así se ve, pues, como la falta de acompañamiento al sector industrial de nuestro país repercute de manera negativa, tanto en la expansión de nuestras empresas en el exterior como en el ingreso de divisas y, en definitiva, la fortaleza del país. 
Sería ingenuo pretender que la relación entre la Argentina y Brasil no se vea afectada por el avance chino. Pero es necio no hacer el esfuerzo conjunto para atenuar el daño. Es lo que desde algunos despachos oficiales le reprochan a la ministra de Industria Deborah Giorgi y a los encargados de la diplomacia comercial argentina.

Fuente:http://diariohoy.net/politica/alerta-maxima-por-la-dependencia-con-brasil-15518

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